La mayor importancia que tiene el estudio del arte dramático, para quienes nos dedicamos profesionalmente a esta práctica, es conocer las bases biológicas de este comportamiento según las complejas leyes neurales.
¿Por qué hacemos teatro? ¿Por qué persisten las artes dramáticas?
Probablemente porque está en el genoma humano: Es una cualidad biológica que se alojó en el cerebro de forma inconsciente desde hace millones de años, es un acto/actitud evolutiva, es una forma de adaptación al entorno.
Hacemos teatro porque el rito es ingénito a la interacción, a la sociabilización y a la comunicación de nuestra especie, ritualizamos porque el cuerpo lo pide en tanto homínidos: hacemos teatro porque es parte de las funciones naturales de nuestro campo biológico. Todos interpretamos roles en los grupos sociales en los que interactuamos, todos somos micro personajes de nosotros mismos.
Antes de que existiera un lenguaje complejo para comunicarnos, nuestra especie danzó. El baile es el principio de la teatralización (pensada como una forma aeróbica de interacción gestual) y también de la comunicación compleja. Por lo tanto estas prácticas, desde un punto de vista de evolución cognitiva, acompañan al genoma desde antes del Neocortex.
Nuestra especie ritualiza en grupo, espontáneamente y en muchos casos inconscientemente. Desde las formas primigenias de la danza, pasando por la narración de historias y los cantos y bailes de cada grupo social, hasta la interpretación de personajes, la imitación de gestos y el uso de máscaras, está claro que la teatralización hizo más aptos a los grupos humanos que llevaban a cabo estas prácticas, por la cohesión social intrínseca, la famosa sincronía emocional que activa el tono vagal por medio de la oxitocina.
¿Pero cómo mantener la sincronía emocional en tiempos de hiper tecnologización, confinamiento y perdida sistemática de la capacidad de asombro?
Nosotros, en la compañía Neurodrama AC, lo tenemos claro: con contenidos precisos para el público al que queremos llegar (las jóvenes audiencias) y fundamentalmente fuera de los circuitos convencionales del arte, principalmente en medos rurales, barriales o escolares.
Un incorrecto uso del escenario en las infancias y sobre todo en la pubertad y adolescencia, puede derivar en problemas de conducta, adaptación social o incomunicación posterior. Los eventos traumáticos ligados a la práctica escénica deben ser tratados con especial cuidado por los pedagogos e instructores de teatro, psicólogos si es el caso y en general por especialistas en el ramo, por lo tanto es fundamental que cualquier persona ligada a la profesionalización teatral tenga conocimientos conductuales y neurocientíficos.
No todos los sistemas nerviosos humanos se involucran de la misma forma con la exposición escénica, por ejemplo, se debe tomar en cuenta a personas que pueden padecer algún tipo de arritmia o alexitimia, así como la glosofobia.
Igualmente, es fundamental tener en cuenta que personas con ciertos síndromes cognitivos pueden encontrar en el teatro y en sus distintas formas de expresión, un vehículo de comunicación especial que disminuya parcialmente los síntomas patológicos.
Y en el lado contrario, están quienes sienten emociones satisfactorias en pleno en la práctica escénica en general y en las obras de teatro escolares en particular, pues el actuar y ofrecer una interpretación contundente implica la acción de la adrenalina y de la dopamina. Por lo tanto actuar se vuelve adictivo.
Hipótesis: La necesidad orgánica del teatro o del rito en general en especial en edades tempranas. Su necesidad cerebral, individual y social como parte de un estudio de amplias dimensiones biológicas. ¿Qué sucede en el cerebro del intérprete? ¿Hay diferencias entre las condiciones fisiológicas y bioquímicas de un intérprete aficionado y un profesional?
Objetivo de investigación deseado: Demostrar y difundir las características neurocognitivas y bioquímicas del rito teatral con la intervención de la biología humana en particular en relación con tres procesos concretos: 1) Intérpretes ocasionales o básicos. 2) Intérpretes profesionales. 3) Introducir la práctica y estudio neurocientífico en la educación teatral profesional.
Tesis personal fundamental: El homo dramaticus. Existe una necesidad ritual que puede ser expresada en términos neuroestéticos pero también una alteración biológica en los intérpretes ocasionales o aficionados que intervienen en estos procesos de ritualización, se trata de llegar a conclusiones y variables a través de experiencias personales, entrevistas y testimonios.